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Semillas transgénicas y sus efectos

Muchos de nosotros hemos escuchado infinidad de veces el nombre de transgénico, en los últimos tiempos más que nunca, con una connotación negativa -y justificada-. Pero, ¿sabemos realmente qué es un transgénico? Nos suena que es daniño para la salud y el medio ambiente, que se relaciona con grandes multinacionales,

A lo largo de este artículo te vamos a despejar todas las dudas que tienes sobre los transgénicos: cómo afectan desde la semilla, a la planta, pasando por el ecosistema hasta nuestra salud y los derechos humanos.

¿Qué es una semilla transgénica?

Una semilla transgénica es una semilla que ha sido modificada genéticamente, su código genético ha sido modificado de forma artificial en un laboratorio. Se le añaden genes, pero no necesariamente de la misma especie o reino: se usan genes de vegetales, animales o incluso bacterias y virus. En la naturaleza jamás se darían cruces genéticos como los que se realizan en las semillas transgénicas.

Por qué se crean las semillas transgénicas

La justificación de su creación fue porque decían que con ellas se conseguía un mejor rendimiento de los cultivos, menor afección de plagas, mayor productividad, más resistencia a golpes, traslados y aumento de su duración durante el almacenaje o menor empleo de fitosanitarios. Pero la realidad dista mucho de la utópica declaración de intenciones que las multinacionales y las empresas de biotecnología hicieron en su momento.

semillas transgenicas
Imagen: Cdc-IFpQtennlj8-unsplash

Principales cultivos de transgénicos en el mundo

A día de hoy son 28 los países que permiten el cultivo de transgénicos, siendo 20 de ellos países en vías de desarrollo. Estados Unidos lidera la producción de transgénicos, aunque cada vez se aumentan las cuotas de transgénicos en países en vías de desarrollo.
La gran mayoría de estos cultivos están destinados a alimentar a la ganadería intensiva o darles un uso industrial.

Los principales cultivos de transgénicos en el mundo son: soja (un 60% del total), maíz (23%), algodón (11%) y colza (6%).



El 95% del cultivo transgénico
de Europa se realiza en España



Transgénicos en España

En Europa, solo hay unos pocos países que cultiven transgénicos, siendo España la que cuenta con el mayor porcentaje de este cultivo, un 95% del total europeo. Las plantaciones se concentran en Aragón, Cataluña y Extremadura, como mayoritarias, seguidas de Navarra, Castilla la Mancha y Andalucía.
El único cultivo autorizado es el maíz transgénico creado por Monsanto, MON-810.

maíz transgénico
Imagen: No-one-cares-l_5MJnbrmrs-unsplash

Problemas derivados de uso

Existen muchos problemas derivados del uso de los transgénicos. En su momento, estos cultivos se promocionaron como una revolución en el mundo agrícola, prometían grandes rendimientos, ausencia de plagas y productos más fuertes y sanos. A día de hoy, nada de esto se ha cumplido, es más, este tipo de cultivos no ha hecho más que sumar problemas y desgracias a nivel ambiental, en la salud y en los derechos humanos.

En el medio ambiente

Uno de los problemas asociados a los cultivos transgénicos, es el uso de agrotóxicos, como los herbicidas, que han resultado muy dañinos para el medio ambiente. Estos productos, que prometen unas cosechas perfectas, están contaminando los acuíferos, matando flora imprescindible para los ecosistemas y, a consecuencia de ello, provocando graves problemas a la fauna -se ha demostrado que el polen del maíz transgénico es tóxico para las mariposas monarca, de ahí su masiva desaparición-.
Además, los herbicidas están creando las llamadas «súper malas hierbas», resistentes a cualquier método de control.
Con estos cultivos, se está fomentando una agricultura muy industrializada y de mono cultivo, que está causando el deterioro de los suelos a marchas forzadas.
En América del Sur, los monocultivos de soja son los responsables de las grandes deforestaciones que se están sufriendo, pues se prioriza este cultivo frente a los bosques.

En la salud

El uso y la introducción de los transgénicos tuvo lugar hace 15 años, sin ningún informe que avalase su seguridad a la hora de consumirlos.
Los estudios «oficiales» que hoy en día hablan de su supuesta seguridad, son realizados por las mismas empresas que crean los transgénicos.
Estudios independientes en animales, están demostrando que no son inocuos como nos quieren hacer creer.
Se están empezando a asociar a ciertas disfunciones en la salud, como nuevas alergias, afectaciones inmunitarias y hormonales, daño en otros órganos, problemas de reproducción… También se está comenzando a hablar de resistencia a los antibióticos provocada por alimentos transgénicos: en ocasiones, se utilizan marcadores genéticos resistentes a antibióticos en su creación.

Uno de los colectivos afectados por los transgénicos son las y los agricultores, debido al uso masivo de fertilizantes, herbicidas y demás productos fitosanitarios tóxicos. Son productos volátiles y en muchas ocasiones se manipulan sin las medidas de seguridad pertinentes, por dos motivos: por carecer de ellas o porque no se informa adecuadamente sobre su aplicación con seguridad.

El glifosato, uno de los herbicidas más extendidos en su uso, fue declarado como cancerígeno en 2015.

Un informe de la ONU cifra en 200.000 las muertes anuales por el uso de plaguicidas, principalmente en países en vías de desarrollo.

semillas transgénicas
Imagen: Tuan-Anh-Tran-tHfJ3mevHi0-unsplash

En las semillas tradicionales

El impacto que sufren las semillas tradicionales con los cultivos transgénicos podríamos haberlo metido en la categoría de medio ambiente, pero hemos querido hacer un apartado especial, porque el daño que están sufriendo ya no es reparable en muchos casos.

Las semillas son el origen de todo, el código genético que se ha ido adaptando, año a año, a los terrenos, al clima, incluso a los cambios provocados por la contaminación. Pero hay un cambio al que no pueden adaptarse: a los transgénicos.

Recordemos que las semillas transgénicas han visto alterado su ADN, mediante prácticas artificiales. Éstas, a su vez, interfieren en los cultivos tradicionales, por polinización, modificando el código genético de las semillas tradicionales para siempre.

Como muestra, los siguientes datos ponen en evidencia la destrucción genética que están sufriendo algunos cultivos tradicionales:

  • En México, se ha perdido el 80% de las variedades de maíz.
  • El 97% de las variedades de cultivo registradas en EEUU hace 80 años han desaparecido.
  • Se ha destruido el 75% de variedad genética de cultivos en los últimos 100 años.

En los derechos humanos

Uno de los principales derechos que socava la agricultura con transgénicos es el de la soberanía alimentaria.

Uno de los grandes problemas que están teniendo agricultoras y agricultores tradicionales que conviven con los transgénicos, es la contaminación genética de sus plantaciones, por la que, además, resultan denunciados por las empresas creadoras de transgénicos.
Se están dando casos donde una plantación tradicional contaminada es denunciada por una «apropiación indebida» de la genética de un transgénico, que está patentada, haciendo pagar al agricultor los supuestos daños causados por ese «uso indebido» – por contaminación – llegando en muchos casos a arruinarles.
Debido a estas atrocidades, muchas personas se están viendo obligadas a abandonar sus tierras ante la imposibilidad de realizar sus cultivos tradicionales.

Otro de los derechos fundamentales que está siendo atropellado por el uso de transgénicos es el derecho a la salud. Todos los problemas que están surgiendo a raíz del uso de estos cultivos están provocando graves problemas de salud a nivel mundial.

Los derechos sociales también se están viendo afectados en diversas partes del mundo, como consecuencia de la destrucción de ecosistemas, medios de vida o tradiciones culturales.

En países como México, el derecho a la información no se está respetando, pues los etiquetados de los alimentos no informan si los ingredientes que utilizan en su elaboración son transgénicos. En Europa, por ejemplo, si hay más del 0,9% se debe indicar en el etiquetado.
Entre estos ingredientes que derivan de los transgénicos tenemos almidones, grasas vegetales, leticinas o harinas.

Semillas transgenicas
Imagen Creative Common

Luchemos contra los transgénicos

Una de las mejores maneras de luchar contra los transgénicos es la educación y la información. Cuánto mejor informados estemos, mejor podremos hacerle frente.

Rechaza todo alimento procedente de la agricultura con transgénicos.
Informa a tu entorno sobre el peligro que lleva asociado el uso de semillas transgénicas.
Habla con tus mayores sobre la desaparición de variedades de semilla local, para que echen la vista atrás y sean conscientes de lo que se ha perdido.
Educa sobre el uso de agrotóxicos: hay una generación entera de pequeños agricultores que han vivido la transición al uso de fitosanitarios tóxicos sin ningún tipo de control y no son conscientes del daño que les provoca y que pueden provocar. Háblales de ello, haz campañas de concienciación.

Y sobre todo, no dejes de luchar, porque entre todas estamos a tiempo de evitar más daños provocados por los transgénicos. Entre todas podemos derrotarlos.

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